martes, 3 de noviembre de 2009

La sociedad posmoderna

Vivimos en la posmodernidad. Somos individuos que pertenecen a una sociedad compleja y caótica. Los medios de comunicación cumplen un rol esencial en nuestra vida: generalizan la comunicación. Nuestra sociedad está fragmentada. Así se demuestra en todas las esferas de la vida: existen sectores económicos o escalas sociales, targets a los que apuntan las empresas para posicionar productos en el mercado e incluso se habla de marketing político – en tanto los políticos se interesan por la diferenciación de sus posibles electores para conocerlos y satisfacer sus necesidades específicas-.

La Historia nos pauta los hechos y procesos que han determinado cómo es la sociedad occidental actual. A partir de la Revolución Industrial en Inglaterra, producto de la cosmovisión calvinista, el hombre ha adoptado una concepción de eterno progreso. Si bien la Primera Guerra Mundial desalentó un tanto esta postura, la realidad demuestra que el hombre común sigue pensando así: tiene una mirada propia de la sociedad de consumo.

A partir del descubrimiento y desarrollo de determinadas técnicas y tecnologías, el hombre se ha vuelto dependiente del uso de ellas. Un artefacto surge para solucionar un problema o desarrollar una actividad determinada, que puede estar presente en la realidad o ser introducida por la empresa en la sociedad. Antiguamente, por ejemplo, las mujeres lavaban la ropa a mano, pero con el invento del lavarropas, a nadie se le ocurriría hoy tomar un pan de jabón, una tabla de lavar y fregar hasta que los dedos le queden en ruinas.

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